24 Feb Tiempo para un urbanismo colaborativo
¿Qué urbanismo y para quién?
Tras la experiencia de la pandemia parece clave detenerse a pensar sobre la obsolescencia de los modelos actuales de un planeamiento urbano diseñado con premisas ideológicas, económicas y urbanísticas de un pasado que ha saltado por los aires.
Responder a los retos más importantes a los que nos enfrentamos en las próximas décadas (la cohesión territorial, la justicia social, la reformulación de la economía y del empleo, la sostenibilidad ambiental, el envejecimiento demográfico…) va a requerir de un urbanismo necesariamente diferente, que supere las políticas que han producido la actual desigualdad socio-espacial y un desarrollo ambientalmente insostenible. Un urbanismo más flexible, con elementos de adaptabilidad ante una realidad cada vez más incierta, cambiante, condicionada por acontecimientos inesperados y difíciles de anticipar. Un urbanismo en beta permanente (Boneta, 2014), entendiendo que los procesos de transformación urbana son abiertos, dinámicos, prolongados en el tiempo, y que mientras se producen cabe la posibilidad de trabajar sobre lo existente, viviendo la realidad del lugar, escuchando lo que necesita para ir adaptándose hacia el futuro.
Es tiempo poner en práctica la idea de la ciudad como espacio de coproducción y de cocreación entre todos los actores que participan en la vida urbana (Mayorga, sf). Tiempo de dar espacio a la creatividad social y a la participación ciudadana para hacer realidad el derecho a la ciudad (Rodríguez, 2018). Tiempo de dejar de crecer del modo como lo hemos hecho hasta ahora para detenernos a mirar a la ciudad construida. Tiempo de rehabilitar infraestructuras, edificios y equipamientos y reutilizar vacíos urbanos para adaptarlos a nuevas necesidades. Tiempo de repensar el espacio público para que las personas puedan relacionarse y establecer esos lazos de apoyo mutuo tan necesarios para el cuidado de la ciudad y sus habitantes, en un mientras tanto permanente (Fernández, 2015). Tiempo de un urbanismo colaborativo.
La ciudad como espacio de aprendizaje
El diseño urbano colaborativo ofrece un enfoque que involucra a las múltiples partes interesadas en la construcción de la ciudad: la administración pública, profesionales técnicos del urbanismo, residentes, y el conjunto de actores que participan en la vida urbana. Personas con diferentes conocimientos, habilidades y experiencias que enriquecen el proceso de diseño y planificación urbana. El diseño urbano colaborativo se basa en la premisa de que los espacios urbanos diseñados incorporando la participación pueden mejorar la calidad de vida de las personas, promover la equidad social y la sostenibilidad ambiental. Por lo tanto, se enfocan en crear espacios que sean accesibles, seguros, atractivos y funcionales para todos los habitantes.
Son procesos que ofrecen la posibilidad de crear una especie de aula abierta de aprendizaje sobre ciudad, diseño, participación y civismo. Proyectos-programa que pueden combinar talleres para recoger las necesidades y deseos de vecinos y vecinas con otra serie de actividades que permiten la adquisición y la producción de conocimiento sobre temas diversos que afectan a la cotidianidad de la vida urbana, como por ejemplo:
–Las características socio-espaciales del lugar de intervención, para que no sean intervenciones completamente desconectadas de la historia, de la identidad del lugar y del resto de la ciudad.
–La movilidad urbana: flujos dentro del propio espacio y su conexión con el resto de la ciudad.
–La incorporación la tecnología en el espacio público.
–La introducción de la naturaleza en la ciudad.
–El diseño del espacio público como un entorno que responda a las condiciones cambiantes de luz/clima/temperatura/usos…
–Las dinámicas de interacción entre las personas en el espacio público.
–Otros procesos de transformación urbana que puedan servir de aprendizaje e inspiración, etc.
El primer efecto que producen estas dinámicas es que las personas aprenden a vivir juntas, aprenden a escucharse, aprenden a darle forma a sus deseos de una forma colaborativa y abierta. Más allá de los resultados tangibles y físicos deberíamos entender este aprendizaje compartido como un resultado en sí mismo.
Pensemos también en la oportunidad que presentan para las escuelas locales (incluso internacionales) vinculadas al diseño, a la arquitectura y a otras disciplinas, como posibilidad para que estudiantes con diferentes conocimientos trabajen en torno al espacio de intervención como caso de estudio del curso, contribuyendo con su trabajo y creatividad a repensar la identidad del espacio público.
No es difícil adivinar que todas estas actividades pueden crear una base de datos de necesidades, conocimientos e ideas muy valiosas para los técnicos que tienen que ejecutar el proyecto urbanístico.
Sostenibilidad distribuida
Frente a un urbanismo formal que se ha demostrado lento, rígido y costoso, el urbanismo colaborativo ofrece múltiples ventajas para el conjunto de actores que participan en la vida urbana:
–La participación activa de la ciudadanía en el proceso de diseño garantiza que sus necesidades y deseos sean considerados y satisfechos de manera adecuada.
–Cuando la ciudadanía siente que su voz ha sido escuchada y que sus opiniones y deseos han sido considerados, es más probable que apoye y acepte el proyecto final. Son dinámicas permiten rehacer las estructuras de confianza y las alianzas entre la comunidad y sus administraciones de proximidad.
–El enfoque colaborativo permite la entrada de ideas y perspectivas de diversos grupos de personas, lo que puede llevar a soluciones más innovadoras y más sostenibles.
–Cuando los ciudadanos se identifican con el espacio urbano que ocupan y lo incluyen en sus esquemas afectivos, pasan a hacer un uso de él más comprometido, en el que los equipamientos y espacios públicos son entendidos como propios, favoreciendo actitudes más respetuosas con el entorno.
–Son procesos que fomentan la cohesión y el fortalecimiento de la comunidad al trabajar juntos hacia un objetivo común.
Crear las condiciones para hacerlo posible
Si realmente queremos apostar por ciudades más inteligentes, igualitarias, justas, accesibles, que atiendan a las necesidades de una ciudadanía cada vez más diversa, debemos generar las condiciones para que pueda realizarse un diseño urbano en claves colaborativas. Y difícilmente podrá producirse una transformación de calado sin el papel de la administración pública, que deberá poner de su parte:
1.-Voluntad política, para abrir las nociones de gobierno abierto no sólo a la apertura de datos y a la rendición de cuentas, sino a que la ciudadanía pueda ser un sujeto activo en la producción de la ciudad.
2.-Transparencia. Poner a disposición de la ciudadanía toda la información necesaria para poder abordar el proceso: las limitaciones técnicas, presupuestarias, normativas…dejando bien claro desde el principio cuál es el nivel de participación al que se le invita, evitando generar falsas expectativas.
3.- Los medios y recursos que permitan darnos tiempo para participar en condiciones de igualdad e inclusividad. Estos espacios de diseño colaborativo tienen que incorporar toda la diversidad de la propia ciudad: diversidad cultural, de género, de edad, y a los diferentes actores que intervienen en la ciudad (administración, ciudadanía, academia, actores económicos …). Sistemas como el del sorteo ciudadano permiten articular un grupo de trabajo que recoja toda esa diversidad para que el resultado sea inclusivo y se adapte lo mejor posible al conjunto de la ciudadanía. De esta forma podemos evitar que ciertos grupos capitalicen sus intereses.
4.- Identificar bien las necesidades expresadas por los habitantes a través de un buen equipo técnico y herramientas de mediación. Hoy contamos con la tecnología para dotarnos de plataformas digitales que combinadas con los espacios presenciales nos permiten tomarle el pulso a la realidad, participar de forma asíncrona, recoger ideas, opiniones, debatirlas, contrastarlas y comunicarlas.
Ejemplos no faltan. Tal vez, haber asumido la gobernanza centralizada de la ciudad haya provocado una especie de desapego, desinterés o despreocupación por cuestiones que entendemos son responsabilidad de las administraciones públicas y de las empresas encargadas de la gestión urbana. Puede que lo que falte, sea reconsiderar nuestro papel como ciudadanos, que la administración abra el ancho de banda para que una ciudadanía (in)formada (Peugeot, 2016) pueda empoderarse en procesos innovadores de cuidado y mejora del territorio y escribir el código que nos permita ponernos a construir la ciudad colaborativa.
Algunos ejemplos de referencia
Uno de aquí: Jolasplaza
La remodelación integral de la plaza de Repelega en Portugalete planteado como un programa de pedagogía urbana que supuso la oportunidad de co-diseñar un espacio público de la ciudad con la participación de los niños y niñas del barrio y el equipo técnico del ayuntamiento.
Uno de allá: La Rambla de Barcelona
Proceso participativo para la remodelación de La Rambla que incluye 4 estrategias de actuación transversales:
1.-Un plan de gestión de espacios de gran afluencia que limita los usos y comercios orientados al turismo.
2.-Un plan de dinamización comunitaria y activación de usos temporales.
3.-Un plan de gestión cultural y de equipamientos.
4.-Un anteproyecto de urbanización del espacio público y del entorno de La Rambla.
Uno de más allá: DreamHamar (Noruega)
Galardonado como mejor práctica por el programa Naciones Unidas-HABITAT en 2014, supuso un proceso de participación ciudadana para transformar la plaza central de Hamar, en Noruega, con un enfoque pionero en la transformación de un espacio público, apoyado por talleres, conferencias, acciones urbanas, herramientas de comunicación y participación.
Bibliografía
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Casadevente, Jose Luis (5 de Marzo de 2021). Cultivar la esperanza ante el urbanismo fósil. Eldiario.es. [https://www.eldiario.es/ultima-llamada/cultivar-esperanza-urbanismo-fosil_132_7266700.html]
Esteban, M. (2000). Bilbao, luces y sombras del titanio: El proceso de regeneración del Bilbao metropolitano. Bilbao: Universidad del País Vasco.
Fernandez, Manu (15 de Julio de 2015). Nuevos espacios urbanos para un mientras tanto permanente. Ciudades a Ascala Humana [https://www.ciudadesaescalahumana.org/2015/07/nuevos-espacios-urbanos-para-un.html]
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Lefebre, Henri (2017). El derecho a la ciudad. Madrid: Capitán Swing.
Peugeot, Valérie (2016). ¿Colaborativa o inteligente? La ciudad entre dos imaginarios. URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, 6(2), 63-81. http://www2.ual.es/ urbs/index.php/urbs/article/view/peugeot
Rodríguez, Arantxa (23 de Mayo de 2018). Bilbao, la fábula posmoderna (III): La estrategia frente al espejismo de Zorrotzaurre. El Salto [https://www.elsaltodiario.com/bilbao/bilbao-la-fabula-posmoderna-estrategia-frente-espejismo-zorrotzaurre]
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