ENTRE EL SILO Y LA CALLE

ENTRE EL SILO Y LA CALLE

Bauhuette

LOS DESAFIOS DE HACER UN FESTIVAL DE ARQUITECTURA Y ALTERNATIVAS URBANAS

Conversación entre Rosario Talevi y Francesca Ferguson

 

Make City es el festival de arquitectura y alternativas urbanas de Berlín. En 2015, la primera edición del festival incluía 120 eventos, organizados por un equipo pequeño con recursos limitados. Los fondos llegaron de numerosos colaboradores -de estudios de diseño a instituciones culturales y empresas- no así del gobierno de la ciudad de Berlín.

Esto cambió en 2018. El programa de Make City se duplicó en cantidad de eventos, y fue uno de los platos fuertes en el contrato de la nueva coalición de gobierno de la ciudad -una alianza progresista que unió a los socialdemócratas (SPD), la izquierda (die Linke) y el Partido Verde (die Grünen). En consecuencia, Make City disfrutó no sólo del financiamiento sino también del compromiso del Departamento de Planeamiento Urbano y Vivienda del Senado.

En esta conversación Rosario Talevi, curadora asociada de la primera edición de Make City y miembro actual de la junta curatorial, habla con la fundadora y directora de Make City, Francesca Ferguson, sobre las estrategias y protocolos detrás del armado del festival. Discuten también las implicaciones y consecuencias de trabajar dentro de un sistema político fuertemente burocrático, así como en qué medida el festival podría afectar la cultura de gobernanza de la ciudad a largo plazo.

Rosario Talevi Make City es una apuesta transectorial que reúne en diálogo a protagonistas involucrados en la transformación de nuestro entorno construido en toda la ciudad. Intuyo que tras esta propuesta hay un afán
de concretar un cambio, un afán de transformar, a través del encuentro de participantes implicados en el festival, la política pública de gobernanza urbana. ¿Consideras que el festival actúa como agente? Si es así, ¿para quienes?

Francesca Ferguson MakeCity funciona como un agente en el sentido de que impulsa posiciones. Puede fortalecer un modo particular de acción, un modo de pensar y un modo de desarrollar estrategias y políticas alternativas para las ciudades. En ese sentido, es un agente para los que se toman el trabajo de escuchar. La debilidad fundamental de cualquier apuesta amplia -el festival se orienta a un público amplio- es que son tantas las intenciones y promesas a cumplir ante tantos actores interesados, que sólo se puede apuntar a abrir pequeños espacios de oportunidades y discurso. De modo que uno espera llegar al menos a unos pocos: una pequeña cantidad de desarrolladores con visión, arquitectos, estudiantes, profesores, funcionarios de la administración municipal que apoyen el mensaje que uno está enviando. A menos que uno se meta en el trabajo arduo que es el lobbismo político, lo que se espera es producir publicaciones inteligentes, encuentros significativos y workshops para la nueva generación. Pero los cambios en las políticas públicas son otro tema.

RT ¿Qué significa trabajar dentro del sistema político para un festival de alternativas urbanas? ¿Es tan sencillo como reunir gente de diferentes áreas entre cuatro paredes?

FF ¡Para nada! Nos remitimos en concreto a la administración de Berlín. Por un lado tenemos funcionarios públicos estresados, exhaustos por los recortes de personal, y que vienen de un sistema de administración muy antiguo. Por otro lado están los políticos y senadores electos, que a menudo son manejados por la burocracia municipal.

Por ejemplo: la coalición en el gobierno – la que inspiró el tema para Make City 2018, “Remixar Berlín” – declaró, con las mejores intenciones, que quiere una ciudad socialmente más justa. Para esto tenían en mente desarrollar barrios mixtos, re-socializar complejos de vivienda (comprando propiedades individuales y retirándolas de las especulaciones del mercado) y construyendo viviendas económicas. Lamentablemente, no han sido capaces de generar un pensamiento verdaderamente circular a nivel administrativo. Esto ilustra la mentalidad “de silo” del gobierno de Berlín. No importa cuánto promueva uno el pensamiento transectorial: nos vemos enfrentados a una administración de la ciudad incapaz de pensar en la economía, la arquitectura, el planeamiento urbano, la cultura y el paisaje de manera holística.

RT ¿Podrías describir más en detalle el rol que desempeñó el Senado de Berlín? ¿Por qué te parece que su participación es importante o relevante?

FF Esperaba que cumplieran con ciertos protocolos: desde invitar a alcaldes a Berlín para que fueran parte de la plataforma del festival, hasta que hicieran divulgación en el gobierno, para que los funcionarios pudieran contribuir a la programación. En realidad fue mucho más complejo de lo esperado. No están acostumbrados a acoplarse a otras formas de organización independientes más allá de la propia.

De todas formas hubo casos especiales. Un miembro del área de Desarrollo Urbano y Vivienda del Senado aprovechó el festival para dejar en claro una serie de problemas fundamentales dentro de la política urbanística local, desde departamentos sin suficiente personal hasta esta negativa a trabajar de manera interdisciplinaria. Desde nuestros comienzos trabajamos con la idea de alcanzar una participación del gobierno, como en el simposio final, en el que invitamos a políticos especializados (Fachpolitiker) de los tres partidos – B90/die Grünen (la coalición verde), SPD (los socialdemócratas) y die Linke (antes Partido Comunista) – a hacer una síntesis del festival, trabajando con la junta curatorial. Esto fue promovido y financiado por la Cámara de Arquitectos, en cooperación con el Senado de Berlín.

RT Me gustaría que habláramos de la manera en que el festival colabora con otros actores. Aunque Make City tiene lugar cada tres años, a lo largo de tres semanas en junio, hay mucho trabajo (no tan público) puesto en marcha para hacer posibles estos 18 días con cientos de eventos públicos. ¿Podrías describir las formas de colaboración con los diferentes actores implicados en el proceso que lleva al festival?

FF Colaborar con otros implica conversaciones interminables con organizaciones (embajadas, centros culturales, museos, iniciativas sin fines de lucro, estudios de diseño, individuos): convencerlos de participar, encontrar fondos adicionales para algunos, alentarlos a aplicar para ser cofundadores de proyectos, y la lista sigue. En términos de contenido, siempre sugerimos que hagan no lo que suelen hacer, sino algo ligeramente distinto. Que desarrollen esas ideas clave que les generan entusiasmo, pero con un giro. Sin embargo no se puede controlar todo. Nuestra meta es alentar posiciones y esperar que esas posiciones sean luego incorporadas. Entiendo que trato de agitar esto todo lo que puedo: usar el festival como un momento para decir las cosas de otra forma.

RT Pienso en nuestra responsabilidad como productores culturales a la hora de bocetar presupuestos y asignar energías más allá del festival. ¿Cuáles son las posibilidades de extender la vida pública del festival a lo largo del año? Quizás recortando la cantidad de eventos y redistribuyendo el presupuesto para encuentros con una duración más sostenida, tanto a nivel nacional como internacional…

FF Es algo crucial, pero sólo si se cuenta con la infraestructura y los recursos. Si no, no se puede. Personalmente, yo no podría generar fondos para armar talleres a lo largo del año. Por otro lado, esta parte del proceso -adquisición de fondos- ¡no tiene fondos! Los patrocinadores están interesados principalmente en el evento en sí. Los organismos públicos de financiación cultural asumen gastos de entre €350000 y €250000, y no hay margen para negociar: ese es el límite que se percibe. Los recursos asignados a investigación relevante son pocos en este tipo de contextos. A menos que se haga lobby con ese fin específico y la gestión diga “Sí, definitivamente”, pero exige un esfuerzo interminable… y en general uno termina masajeando más de un ego para llegar a ese punto.

RT Los eventos culturales (Sean festivales, bienales, obras de teatro) son evaluados luego por los patrocinadores a través de números duros: cantidad de participantes, cantidad de entradas vendidas, etc. Este “resultado” (o éxito demostrable) compromete el en el futuro, y con ello la existencia del evento. ¿Puede un festival como Make City, que alienta el debate crítico y las nuevas perspectivas, trabajar para crear su propio tipo de métricas, que evalúen lo inmaterial y vean más allá de los números?

FF A ver, es imposible cambiar esa cultura, porque así es la cultura capitalista. No depende de nadie, a menos que te reúnas con el jefe de innovación de BMW o Vodafone y diga “ahora vamos a prestarle atención a la responsabilidad social corporativa.” O uno tiene que conocer a esa persona que es responsable por ese presupuesto en los próximos dos años. Lamentable- mente, los gerentes de nivel medio se guían por una mentalidad orientada al máximo alcance en redes sociales, eco mediático y quiénes son los que toman las decisiones en la junta.

RT Quizás mi pregunta fue algo ingenua. Sin embargo, si no podemos ir más allá de los parámetros de medición neoliberales…

FF Hay que hacer ambas cosas, lograr que la gente hable de aspectos inmateriales: “valoro esto porque llevó a esto o esto otro”, al tiempo que se expande el espectro de patrocinadores, no sólo los que son considerados voces “importantes” y que se preocupan por las mediciones. El festival no está aún plenamente establecido ni respaldado, y la coalición de Berlín va a cambiar en 2021 (para cuando tendría lugar la tercera edición). Hay muchas preguntas abiertas a considerar ahora. No creo que esta sea una trienal o bienal establecida aún, aunque todos están preguntándose, ¿por qué no?

RT Porque Berlín tiene muchos festivales establecidos, como Transmediale, Berlinale, la Bienal de Berlín…

FF ¡La cultura es inofensiva! Se puede hablar todo tipo de cuestión política en el contexto cultural pero… ¡es inofensiva! Realmente no afecta a nadie… Ahora bien, si se habla de la ciudad, la vivienda, la renta, la ocupación de la tierra, etc, no son cuestiones inocuas, y no resulta fácil. La jurisdicción es diferente. La cultura siempre va a recibir fondos… en la medida en que sea simbólica y encaje en un cajón específico. Pero a partir del momento en que se trabaja de manera transectorial ya no se encaja únicamente en la casilla de desarrollo urbano y arquitectura. De hecho, pertenecemos a cultura, economía, legislación y desarrollo urbano y arquitectura. Es lo opuesto a la mentalidad de silo.

Rosario Talevi

ROSARIO TALEVI

Rosario Talevi es arquitecta por la Facultad de Arquitectura, Diseño
 y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Realizó estudios complementarios en la Universidad Técnica de Berlín, becada por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Vive y trabaja en Berlín. Es miembro del comité asesor de Make City, el primer festival de arquitectura 
y alternativas urbanas de la ciudad de Berlín. En 2015 fue comisaria asociada de la edición inaugural del festival. Desde 2007 colabora con raumlabor. En este marco programó el Urban School Ruhr – un experimento pedagógico y una institución ficticia que investiga prácticas participativas y artísticas en el espacio urbano. Posteriormente co-editó la publicación Urban School Series: Explorations in Urban Practice (Dpr-Barcelona, 2017). Actualmente coordina el proyecto de investigación- acción Making Futures Bauhaus+, una cooperación entre la Universidad de Artes de Berlín y raumlabor con motivo del centenario de la Bauhaus, en el que se desempeña como investigadora asociada. Desde 2009 ejerce la docencia en Argentina y Alemania.

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